La brujita
Mimí aprende un hechizo para dormir y La brujita
Mimí no tiene miedo… ¿o sí?, de la holandesa Kathleen Amant, son
dos álbumes con temas habituales en los libros para pequeños.
En el primero Mimí
va a la escuela de magia y allí le enseñan un hechizo para dormirse de
inmediato . En el
segundo nos asegura que no tiene miedo pero, cuando se acuesta, hay muchos ojos
que la miran son de sus juguetes... pero también de alguien más.
La casa encantada, (Pop-up) contiene
cinco pop-ups: una casa encantada, el hombre lobo,
unas tumbas, una bruja en una torre, y un vampiro en el sótano.
Más libros
Rossel, J.F. La bruja Pelandruja está malucha. Madrid : SM, 2010.
Cuento
Té-rrible
Las brujas de rango son inglesas. O por lo
menos han tenido una niñera inglesa: bien fea, bruta y mala. Es por eso que
toda bruja que se respete toma té, y lo toma a las cinco de la tarde, como debe
ser.
Solo que las brujan no toman cualquier clase
de té. El que ellas toman es el espeluznante té-rrible. El mejor té-rrible es,
por supuesto, inglés. Lleva, entre otros ingredientes mantenidos en estricto
secreto por sus fabricantes, unas gotas de baba de fox-terrier rabioso y un
“tincito” de fango del Loch Ness (lago escocés donde vivie el famoso monstruo).
Falta decir que para preparar un auténtico té-rrible hay que utilizar agua en
la que se han dejado en remojo unas pezuñas de cabra (por aquello de
“Abracadabra, pata de…”).
Cuando Burbruja, la tía isleña de PXM, vino de
vacaciones a Cuba, su sobrina la invitó a tomar el té-rrible. Tenía reservado
para la ocasión un excelente té-rrible inglés y lo sirvió en tazas de plomo,
oscuras y abolladas, que había heredado de su tatarabuela, la bruja Matusalena.
De las tazas salió un humito en forma de mano que le dio un tirón a la narizota
de Burbruja.
-¡Ahh! –exclamó con un escalofrío-. ¡Asqueroso!
-¿Verdad? –comentó PXM encantada-. ¡Sabía que iba a disgustarte! Pero acéptame una segunda taza: verás que el efecto es realmente re-pug-nan-te.
-Con mucho disgusto –respondió Burbruja muy educadamente y tendió la abollada taza de plomo a su sobrina.
A la tercera taza de té-rrible, las dos brujas se sentían verdaderamente mal.
-¿Vomitamos ya? –preguntó PXM.
-No me atrevía a sugerírtelo.
-¡Vamos!
Las dos viejas corrieron al balcón y vomitaron hacia la calle.
Los transeúntes huyeron despavoridos de aquella sopa de ajo rancio, pero
cuando miraron hacia arriba, para ver quien les echaba encima aquel líquido
inmundo, no vieron a nadie.
Es que las brujas se habían vuelto invisibles.
Vomitar sobre los pasantes y volverse invisible es algo imprescindible
para que una invitación a tomar el té-rrible sea un verdadero éxito. Si una
bruja invita a sus amigas a tomar té-rrible y no hay suficientes transeúntes
sobre quienes vomitar, pone su reputación en grave peligro. Es la verdadera
razón por la que las brujas siempre toman el té a las cinco; porque a esa hora
la gente sale del trabajo y abunda en las aceras.
Se extrajo de La bruja de
La Habana Vieja (para que se enteren de lo traviesa que es Porfiria Xenobia
Marieka...),
primera versión de La tremenda bruja de La Habana Vieja. Santa Clara (Cuba).
Ediciones Capiro, 1999.
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